Nuestras habitaciones en Megève descansan a los pies de dos gigantes. A un lado, el macizo del Mont Blanc; al otro, la cordillera de Aravis. Las montañas lo ponen todo en perspectiva y crean un paisaje fascinante. La naturaleza refleja el cielo cambiante, que pasa del blanco brillante al azul glaciar y el rosa vivo... En verano, el gris y el verde de los abetos, los prados y el musgo toman el relevo. La infinita paleta de colores envuelve la estación de montaña durante todo el año y, poco a poco, el espectáculo de la naturaleza atrapa y apacigua. Es hora de dejarse llevar y ponerse en modo vacaciones.
Nuestras habitaciones en Megève descansan a los pies de dos gigantes. A un lado, el macizo del Mont Blanc; al otro, la cordillera de Aravis. Las montañas lo ponen todo en perspectiva y crean un paisaje fascinante. La naturaleza refleja el cielo cambiante, que pasa del blanco brillante al azul glaciar y el rosa vivo... En verano, el gris y el verde de los abetos, los prados y el musgo toman el relevo. La infinita paleta de colores envuelve la estación de montaña durante todo el año y, poco a poco, el espectáculo de la naturaleza atrapa y apacigua. Es hora de dejarse llevar y ponerse en modo vacaciones.